DISCURRIR POR ALICANTE.
Alicante, ciudad de congresos
Hace 25 años Alicante empezó a tener una importancia considerable como una ciudad en la que se podían celebrar congresos profesionales, reuniones científicas, convenciones comerciales, asambleas empresariales, juntas patronales y cualquier otro tipo de comicio que necesitara la presencia de gente venida de múltiples lugares de España y del extranjero.
Alicante, como ciudad de congresos, empezaba echar raíces por aquel entonces, tal vez de la mano de la tendencia a la descentralización que traía la nueva democracia, que permitía dejar de contemplar que sólo Madrid, por su equilibrada situación central en España y, de vez en cuando, Barcelona, Sevilla o alguna otra gran ciudad española, tenían el suficiente atractivo para organizar ese tipo de eventos. Alicante, sin embargo, las aventajaba a todas en muchas cosas y no dejaba de ser una gran ciudad, magníficamente comunicada por aire y por mar, bastante bien comunicada por tren y se podía llegar a ella por carreteras aceptables para aquellos tiempos desde el oeste pasando por Madrid, desde el norte por Valencia y desde el sur por Murcia.
Un ejemplo de lo antedicho fue la fundación que llevé a cabo en Alicante en 1976 de la Sociedad de Neurocirugía de Levante, en colaboración con compañeros neurocirujanos de Murcia y de Valencia, con lo que constituimos la primera sociedad regional de esa especialidad en España y, tal vez, una de las primeras de cualquier otra especialización.
Las ventajas que tenía Alicante sobre el resto de las ciudades españolas eran varias y no superables conjuntamente por ninguna de aquellas ciudades. Entre estas estaba, sobre todo, el clima, la luz, el paisaje y el mar. También su gran capacidad hotelera, complementada por otras ciudades próximas, si fuera necesario.
Otra de las ventajas era el impulso social, el apoyo turístico y la ayuda económica que daban a los organizadores las autoridades de aquel entonces, tanto del Ayuntamiento como, sobre todo, de la Diputación, así como de la Seguridad Social y de la naciente Generalidad Valenciana. Como ejemplo de lo que digo, baste decir que, cuando organicé en Alicante el Primer Congreso de Neurocirugía de Levante, por mandato de la mencionada Sociedad, obtuve tantas subvenciones que al final me sobró mas de un millón de pesetas de entonces, que era más de las dos terceras partes de los gastos que ocasionó la celebración. Con el dinero sobrante pude organizar en Alicante, ya sin necesidad de pedir más ayudas, varias otras actividades científicas de la Sociedad de Neurocirugía de Levante, en conjunción con el Servicio de Neurocirugía del Hospital de Alicante, del que desde entonces soy su Jefe de Servicio. Digo todo esto como carta de identidad de mi experiencia en organizar congresos, a la que hay que añadir la obligación, sobrada y gustosamente bien cumplida por mí, de asistir al máximo posible de los que se celebran en el resto de España (Sociedad Española de Neurocirugía) o fuera de ella (Sociedades Europea y Mundial de Neurocirugía).
Discurrir por Alicante debe tener el significado de andar por la ciudad en busca de alguno de sus defectos y de encontrar alguna solución, pero también debe expresar el pensar por la ciudad de Alicante, evitando que otros piensen por ella y que, por lo tanto, tomen decisiones sin contar con los alicantinos.
El Foro por Alicante ha conseguido, con más de 20.000 firmas contra la construcción del Palacio de Congresos en el Monte Benacantil, recogidas en un solo mes de entre alicantinos y alicantinas y de residentes de muchas regiones españolas y naciones extranjeras, que no se desprecie el patrimonio histórico-artístico y la señal emblemática de la ciudad que supone el Castillo de Santa Bárbara y su monte.
La ubicación del proyectado palacio de Congresos de Alicante en la falda oeste del Monte Benacantil es un atentado contra la ecología, un delito contra el medio ambiente y una ilegalidad contra la actual normativa de sitios históricos y artísticos. Además, la vaguada donde quiere encajarse no es el lugar adecuado para un Palacio de Congresos en Alicante, ya que, aparte la visión lumínica de las noches de Alfonso, el Sabio, este emplazamiento no ofrece a los congresistas ninguna de las vistas que han hecho famosa en el mundo entero a la ciudad de Alicante: su mar y su cielo mediterráneos.
Los catedráticos Antonio Gil Olcina y José Ramón Navarro Vera, el ex Presidente de la CAM, Román Bono y …………………,el ex Director del Teatro Principal, cuatro alicantinos que llevan muchísimos años dedicados a la mejora de la vida alicantina, manifestaban, en una entrevista conjunta a la prensa1, que la ciudad de Alicante se está degradando sin que haya una respuesta social a los problemas ciudadanos, destacando entre ellos los tres temas que ya trataba El Foro por Alicante: la Universidad, la CAM y el Palacio de Congresos.
Respecto a este último, los cuatro califican el mapa que es "un error, metido con calzador, un pegado postizo, PERO todavía más también cuestionan el proyecto, apelando a la imaginación del autor del mismo, el arquitecto garcía Solera, que haga otro nuevo, dando alguna sugerencia para ello, como sería añadir un escenario para que fuera También un Auditorio Musical.
Los cuatro entrevistados coinciden también en que la ubicación propuesta se debe a una tendencia caprichosa y a un empecinamiento que olvida las inclinaciones de los vecinos de Alicante, sin que estos parezca que se muevan para hacer valer su opinión. Por ello los alicantinos de nacimiento, que son una mayoría, y los alicantinos de corazón, que somos la otra mayoría, debemos de erradicar para siempre el derrotista complejo de inferioridad de que nada podemos hacer ante la adversidad. Ese "menfotismo alicantino", que indudablemente parece venir de la frase francesa "Je m' en faut" (yo me fastidio), hay que desecharlo de una vez por todas, abandonando el fatalista sentido de que las cosas son sólo decididas por unas instancias supuestamente superiores a nosotros, olvidando que la soberanía de las decisiones para nuestra ciudad reside en los ciudadanos y ciudadanas de Alicante.
Ante una decisión que no estaba aceptada a través de una bien explicada campaña electoral, donde lo escrito como cosa que se haría más adelante en caso de ser aceptada esa candidatura no estaba escrita en toda su importancia ni expuesta en toda su extensión, lo normativo, lo justo, lo correcto, tanto ética como políticamente hablando, es pedir la opinión de la ciudadanía, bien si es por primera vez, o volverla a pedir cuando las circunstancias han cambiado suficientemente cómo para pensar que su voluntad ha podido cambiar.
Cuando más de 20.000 alicantinos, en una recogida de firmas de menos de un mes de duración, demuestran que no quieren el Palacio de Congresos de Alicante ubicado en la falda del Monte Benacantil, no ofrecer a estos ciudadanos y al resto de sus paisanos la posibilidad de expresar su deseo definitivo en un Referendum debería ser ilegal y estar castigado, ya que la Constitución Española recoge esta posibilidad en términos substancialmente iguales a los que se están dando en esta ocasión en Alicante.
Todo lo antedicho, así como la mayoría de los debates hasta ahora, se han centrado en el punto de vista del castillo y de la montaña, que a través de su ciudadanía indudablemente han dicho que "no quieren que se les construya un palacio ni cerca de él ni en la falda de ella", expresándose con más de 20.000 voces alicantinas y la opinión del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana menos su Sala Segunda.
Aunque las cosas quedan así bastante bien definidas, sin embargo yo quisiera hablar, si me lo permite mi buen lector, en nombre del "congreso", con las palabras de los congresos, con la voz de los congresistas, haciéndolo desde dos puntos de vista: el primero, acerca de la propia estructura del palacio proyectado, se ubique este donde se ubique; y, el segundo, referente a la mejor situación, al mejor sitio, donde celebrar los congresos en una ciudad como Alicante.